viernes, 4 de noviembre de 2011

La puerta del cuarto izquierda se abrió con un chirrido.Cristina entró en el piso,calada, ese día el hombre del tiempo predijo un día soleado y en cambio la sorprendió una tormenta mientras paseaba por la ciudad con Buno, el pastor inglés , regalo de sus padrés cuando se mudó del pueblo hace ya varios años.Dejó las bolsas que llevaba en al mano al lado de la mesita del recibidor y se dirigió directa a la ducha, ya cogería la ropa para cambiarse más tarde. El agua caliente le recorría la espalda esbelta y musculada tras muchos años de natación. Se enjabonó el cuerpo despacio, con calma, el día para ella había terminado y solo deseaba relajarse. Terminó aclarandose la espuma con agua fría antes de salir del baño, desnuda, hacia su habitación.Recorrió dos metros del pasillo cuando unas manos empezaron a acariciarle la espalda unos labios besaron cada centímetro de su cuello- Ese debía ser Jose- pensó Cristina antes de darse la vuelta. Unos brazos fuertes la inmovilizaron impidiendo que se volviese mientras los dedos se deslizaban sin vacilar hacia la zona pélvica de Cristina. Poco a poco su frecuencia respiratoria aumenta y una amplia gama de gemidos son emitidos a intervalos cada vez mayores mientras Cristina se estremece de placer. Las piernas de Cristina se abrieron de improviso, poco a poco un pene mayor de lo que nunca había experimentado la penetró. Los gritos de satisfacción y goce resonaron por todo el edificio.Estaba a punto de desfallecer cuando al puerta del piso se entreabrió y la cara de Jose apareció detrás de un ramo de flores